Alejo Vargas Velásquez – Gabo, el demócrata, el trabajador por la paz
Alejo Vargas Velásquez*
20 de abril de 2014 – El Colombiano
Se fue Gabo, pero su obra entra a formar parte de la inmortalidad de las letras. Quiero destacar dos facetas de ese colombiano universal que fue Gabo, la de un gran luchador por la democracia, desde una postura política de izquierda y de un luchador por la paz.
Gabo inició estudios de Derecho en la Universidad Nacional de Colombia -allí se conoció con el sacerdote Camilo Torres Restrepo y guardaron una gran amistad-, pero pronto se dio cuenta que el Derecho no era lo suyo y empezó sus pinitos como periodista, el primer peldaño para convertirse en el escritor universal que llegó a ser. Su primera obra que lo sacó del anonimato fue una de las más importantes, sino la más, Cien años de soledad, publicada inicialmente en Buenos Aires.
Desde muy temprano inició una amistad muy sólida, como deben ser las relaciones entre amigos, con Fidel Castro. Impulsó junto con un grupo de jóvenes periodistas -Enrique Santos, Antonio Caballero, Jorge Restrepo, entre otros-, la creación de la Revista Alternativa que rompiera con el unanimismo de la prensa partidista de la época. En uno de sus primeros premios literarios, el Rómulo Gallegos y lo dona para impulsar la creación del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, junto con esos grandes defensores de presos políticos que fueron Ricardo Villa Salcedo, Enrique Santos Calderón y otros intelectuales. Eran los tiempos en que se denunciaba con frecuencia detenciones arbitrarias, maltratos y torturas de los gobiernos de la época.
Contribuyó de manera importante, siempre con un bajo perfil como le gustaba, a la concreción de los acuerdos entre los presidentes Omar Torrijos de Panamá y Jimmy Cárter de Estados Unidos para el retorno del Canal de Panamá a su legítimo dueño.
Durante el gobierno de Julio César Turbay y en medio de la oleada represiva que se vivió bajo el manto del llamado «estatuto de seguridad nacional», posterior a hechos de violencia producidos por el M-19, especialmente el robo de las armas del Cantón Norte, Gabo salió bajo la protección de la embajada del gobierno mexicano, antes que verse sometido a malos tratos por parte de un gobierno que la historia no reconoce precisamente por su respeto a los derechos humanos. Bajo la hospitalidad mexicana y con temporadas en la hermosa y mediterránea Barcelona en España, Gabo escribió una parte sustancial de su obra.
En 1982 fue reconocida su creatividad literaria y la calidad de su obra con el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura. El Presidente de la época, Belisario Betancur, un gran humanista y que buscó la paz, le dio todo el reconocimiento que esto significaba para ese colombiano excepcional. Gabo estuvo siempre presto a colaborar con los esfuerzos de búsqueda de una terminación concertada del conflicto armado interno; lo hizo durante el gobierno Betancur en los intentos hechos con el M-19.
Acompañó, con su presencia en San Vicente del Caguán, el esfuerzo del gobierno de Andrés Pastrana de iniciar un proceso de conversaciones con las FARC, que como todos sabemos desafortunadamente terminó en una frustración nacional.
Igualmente lo hizo en los esfuerzos adelantados para concretar un proceso de conversaciones con el ELN. En el gobierno de Álvaro Uribe en el inicio de las conversaciones con esta guerrilla en La Habana -que se prolongaron por casi dos años-, él fue el invitado de honor por parte del Gobierno y del ELN en la sesión de apertura y con su presencia física en las mismas quiso materializar su interés permanente en la búsqueda de la paz para Colombia. Ya antes había jugado un papel tras bambalinas en la participación de mediación mexicana solicitada por el Presidente Álvaro Uribe en su viaje a México al Presidente Fox y luego ratificada por el ELN.
Sin duda, Gabo no sólo lo recordaremos como el escritor universal que fue, sino como un intelectual que ayudó a buscar la reconciliación entre los colombianos
* Profesor Universidad Nacional Twitter: @alejovargasve