Luis Fernando Ayerbe – Obama en Cuba y Argentina: pragmatismo y busca de liderazgo hemisférico
Luis Fernando Ayerbe, coordinador del Instituto de Estudos Econômicos e Internacionais da Universidade Estadual Paulista (IEEI-UNESP)
En la etapa final de su mandato, el presidente de Estados Unidos Barack Obama realiza visita oficial a Cuba y Argentina, en que se materializan objetivos estratégicos de su política hemisférica: retomar un liderazgo comprometido por el creciente aislamiento de los años recientes, efecto combinado de las prioridades atribuidas por la administración Bush a la llamada “guerra global contra el terrorismo”, con énfasis al protagonismo en Oriente Medio, y la emergencia de gobiernos latinoamericanos de posturas a la izquierda del espectro político, proyectando en las relaciones exteriores una creciente autonomía con relación a Estados Unidos.
El liderazgo estadounidense proyectado por Obama combina la intromisión en los asuntos internos de países cuyos gobiernos son situados como adversarios incondicionales, como Venezuela, y la búsqueda pragmática de alianzas con aquellos en que se vislumbra una disposición al diálogo, caso de Cuba.
En el segundo aspecto, desde una perspectiva próxima a la administración Demócrata, Charles Kupchan vislumbra una racionalidad en que transformar “enemigos en amigos” se torna una apuesta más segura que la confrontación y el aislamiento. En ese sentido, la política exterior de Obama estaría “colocando la agenda de democratización en segundo plano y basando la diplomacia de EE.UU. con relación a otros Estados en su comportamiento externo, no en su tipo de régimen. Inclusive regímenes represivos pueden ser confiablemente cooperativos cuando se trata de su conducción de la política exterior” (Enemies Into Friends, How the United States Can Court Its Adversaries, Foreign Affairs, march/april, 2010).
Lejos de cualquier idealismo, se trata de una elección basada en razones de Estado, cuyo cálculo incluye la posibilidad de que algunos de los gobiernos contemplados no respondan en la misma dirección, en esos casos, “Washington, después de un intervalo prudente, debe suspender la oferta de conciliación en favor de una estrategia de aislamiento y contención” (Kupchan, óp. Cit.).
En sintonía con esa perspectiva, el propio presidente asume, en entrevista a Thomas Friedman, lo que sería la “Doctrina Obama” aplicada a Cuba e Irán: “nos comprometemos, pero sin perder ninguna de nuestras capacidades” (Friedman, Thomas 2015 Cuba e Irán: por qué pactó Obama, La Nación, 7 de abril (http://www.lanacion.com.ar/1782264-cuba-e-iran-por-que-pacto-obama) En el caso de Cuba: “Podemos probar la posibilidad de un acuerdo que tenga resultados positivos para el pueblo cubano y sin demasiado riesgo para nosotros. Es un país diminuto. No es un país que amenace nuestros intereses centrales en materia de seguridad, y por lo tanto no hay razón para no intentarlo. Y si resulta que después no conduce a nada bueno, siempre podremos ajustar nuestra política”. (Friedman, óp. Cit.)
La visita oficial recientemente concluida refuerza ese abordaje, buscando afianzar la normalización diplomática iniciada en diciembre de 2014, teniendo en vista la posibilidad de que eventual gobierno Republicano busque revertir el proceso, como ya anuncio el precandidato cubano-americano Ted Cruz.
El lado Big Stick de la política de Obama se evidencia en actitudes previas a la Cumbre de las Américas de Panamá de abril de 2015. El 9 de marzo, anunció orden ejecutiva declarando Venezuela una amenaza a la seguridad nacional, con medidas punitivas contra siete autoridades envolviendo bloqueo de activos e impedimento a que ingresen a EE.UU. Durante evento en Washington a inicios de abril, la subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, emitió opiniones críticas sobre la economía argentina, afirmando que estaría en mala forma por causa de una política restrictiva con relación al cambio y barreras a la inversión privada, denunciadas por el gobierno Kirchner como injerencia en los asuntos internos del país. En visita a Jamaica camino a Panamá, donde se realizaba la reunión de la Comunidad del Caribe (CARICOM), Obama ofreció cooperación energética, gesto interpretado como tentativa de vaciamiento de Petrocaribe, iniciativa importante en la agenda integracionista del ALBA.
En medio a una coyuntura de limitaciones económicas y polarización interna, Obama promueve el aislamiento internacional del gobierno de Nicolás Maduro, sumando esfuerzos con los sectores que actúan para precipitar un cambio de régimen. Aquí entra en el cálculo un escenario sudamericano considerado favorable. El Brasil, país clave, junto con Argentina, de la base de apoyo a Venezuela, vive momento conturbado, en que las urgencias domésticas que enfrenta Dilma Rousseff por el ajuste en la economía y la ofensiva de la oposición pro-impeachment afectan el protagonismo de la política exterior que caracterizó los años recientes. Las críticas de Jacobson a la política económica argentina ya asumían como premisa el fin de ciclo kirchnerista a partir de las elecciones presidenciales del segundo semestre de 2015, anticipado por declaraciones de enviados del candidato oficial, el peronista Daniel Scioli, y del opositor Mauricio Macri, vencedor del pleito, que en reuniones con empresarios y funcionarios estadounidenses manifestaron la intención de mejorar las relaciones bilaterales (Dinatale, Martín 2015 Los tres principales candidatos buscan un acercamiento con Estados Unidos, La Nación, 1 de junio (http://www.lanacion.com.ar/1797685-los-tres-principales-candidatos-buscan-un-acercamiento-con-estados-unidos).
La victoria de Macri representó el mejor escenario posible para la administración Obama, por la proximidad político-ideológica y el abordaje común de las relaciones hemisféricas, evidenciados en las posiciones críticas con relación al gobierno de Nicolás Maduro en la cumbre del Mercosur de diciembre de 2015.
Los dos viajes en secuencia a Cuba y Argentina dejan claro el retorno del protagonismo latinoamericano de Estados Unidos, en posición favorable por la repercusión positiva en la región del paulatino cierre de contenciosos con la Isla caribeña, la crisis del liderazgo bolivariano y brasileño, y el cambio político en Argentina, reforzando, junto con Colombia y México, puntos de apoyo decisivos para una agenda que se pretende más pragmática y menos ideológica.