Andrés Serbin – Qué dejó la gira de Obama: estrategias del jugador más fuerte
Andrés Serbin, Presidente de CRIES
Publicado en Clarín Impreso: http://www.clarin.com/opinion/gira-Obama-estrategias-jugador-fuerte_0_1547245627.html
El viernes 18 de marzo, el presidente Maduro viajó, en forma intempestiva, en visita oficial a La Habana, aparentemente para firmar 14 acuerdos pendientes entre Cuba y Venezuela y para recibir la orden José Martí. Sin embargo, el viaje precedió en tres días a la visita del presidente Obama y dio pie a rumores de que Maduro pediría la mediación del gobierno cubano para recomponer la relación con Washington.
Indudablemente, Cuba ha cumplido en años recientes un papel de “honest broker” en la región. Ha facilitado y ha sido garante y anfitrión de los diálogos del proceso de paz entre las FARC y el gobierno del Presidente Santos; ha ayudado en el pasado a superar situaciones de confrontación entre otras fuerzas de izquierda y el gobierno de Colombia, y ha contribuido, con bajo perfil, a distender las tensiones entre este país y Venezuela.
Sin embargo, si efectivamente Maduro ha pedido una mediación de Cuba en su tensa relación con los Estados Unidos, la coyuntura no es particularmente propicia, pese a que el tema parece haberse asomado en la agenda predominantemente bilateral entre los dos presidentes, como lo mencionó Raúl Castro en su discurso del lunes en La Habana, “aunque no hubo tiempo de tratarlo en profundidad”.
Cuba está en el proceso de consolidar sus renovadas relaciones con los Estados Unidos. Estas relaciones son fundamentales para la profundización de las reformas en curso y para darle un nuevo impulso a la economía cubana con la llegada de inversiones y negocios estadounidenses, – si el embargo termina por fenecer – , mientras que la asistencia petrolera venezolana disminuye a ojos vista. Poner la “normalización” de las relaciones cubano-estadounidenses en riesgo no entra en el cálculo de los sectores reformistas de la actual elite cubana, más allá de la insistencia de Raúl Castro en los logros y valores del proceso revolucionario durante la visita de Obama.
El gobierno venezolano, por otra parte, está sumido en una profunda crisis económica y política e insiste en las viejas fórmulas del pasado para salir de ellas – mantener el curso hacia una economía estatal centralizada pese a los menguantes recursos petroleros y contener a la creciente oposición a través de todos los mecanismos posibles, incluyendo la sostenida violación de derechos básicos. En esto no ha mostrado signos de querer escuchar ni siquiera a los amigos y aliados más cercanos.
En este contexto, mientras que el restablecimiento de relaciones y la visita de Obama a Cuba constituyen un poderoso mensaje para la audiencia latinoamericana, legitimando, – junto con la visita a la Argentina y el reconocimiento de errores pasados de las administraciones estadounidenses – , la nueva presencia estadounidense en la región, el mejoramiento de las relaciones con Venezuela amenaza con conferirle a esta presencia una serie de matices que van a contrapelo de los intereses de Washington y del ánimo regional en la coyuntura actual.
Si bien Cuba dispone de los recursos necesarios, aunque limitados, para influir sobre el gobierno bolivariano, difícilmente pondrá en riesgo un proceso del que depende su supervivencia. No obstante, en tanto la visita de Obama concluye en Argentina, queda el interrogante sobre si ambos países – Cuba y la Argentina, desde posiciones y experiencias diferentes, no podrían avanzar en promover conjuntamente un proceso de diálogo que contribuya a desenredar la compleja madeja de la situación venezolana.