Ana Covarrubias – Obama en La Habana: ¿Democracia, Derechos Humanos y Apertura Económica? O, simplemente, ¿Política Exterior?
Ana Covarrubias, El Colegio de México
El anuncio de la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el restablecimiento de relaciones diplomáticas, las banderas de cada país en su embajada en las dos capitales y la visita de Barack Obama a La Habana han sido sucesos históricos pero quizá el más sorprendente fue el último, ¿por qué? Porque una vez restablecidas las relaciones diplomáticas no había necesidad de que el presidente de Estados Unidos visitara la isla. Se trató de un acto voluntario, no necesario, mucho menos indispensable, que ha provocado diversas reacciones de académicos, analistas, políticos y los medios de comunicación. ¿Por qué y para qué fue Obama a Cuba?, ¿cuál fue la negociación entre los dos gobiernos para que esto sucediera?, ¿por qué lo aceptó Cuba?, ¿puso a Cuba, una vez más, en una posición de debilidad?, ¿fue, al contrario, el reconocimiento de que Cuba se sitúa en una posición de igualdad frente a Estados Unidos?, ¿traicionó Obama a los ideales estadounidenses, a la política exterior liberal de su país?, ¿legitimó Obama al gobierno de Raúl Castro? Éstas y muchas otras preguntas, con sus muy diferentes respuestas han circulado en medios académicos y de opinión en la última semana.
Quizá la explicación más popular de la visita ha sido la que propone que Obama fue para promover la democracia, la protección de los derechos humanos y el libre mercado (objetivo, dicho sea de paso, poco novedoso en la historia de las relaciones Estados Unidos-América Latina). El discurso de Obama en el Gran Teatro de La Habana parece reafirmar este argumento: una lectura desde la historia de la relación bilateral da la impresión del típico presidente estadounidense, líder de la potencia hegemónica y liberal, que dicta a Cuba la receta para transformarse; condescendiente, paternalista. Sin embargo, en el contexto actual, paradójicamente, podría decirse que fue un discurso subversivo y revolucionario; el presidente de Estados Unidos promoviendo el cambio frente a un Castro conservador y defensor del estatus quo.
Un análisis más detallado y cuidadoso se aleja de la simplicidad de esa explicación y, aunque no responde todas nuestras preguntas (y formula más), ofrece elementos para entender este suceso histórico con más profundidad. Propongo sólo cuatro reflexiones: en primer lugar, es el presidente de Estados Unidos, no el del país latinoamericano, quien hace la visita, lo que sugiere un reconocimiento como igual a Cuba. Como bien lo dijo Obama en su discurso, la soberanía cubana no está a discusión. Si esto es así, tenemos un primer gran cambio en la relación entre los dos países. En segundo lugar, aunque el discurso de Obama fue muy claro en cuanto a su preferencia y su deseo de que Cuba sea democrática, fue muy cuidadoso al plantearlo, subrayando diferencias fundamentales con el gobierno cubano. Aunque podría calificarse sólo como un elemento retórico, el presidente estadounidense expresó abiertamente que no es responsabilidad de Estados Unidos cambiar a Cuba, ésa es tarea de los cubanos; al intentar hacerlo mediante el aislamiento de Cuba, la política estadounidense fracasó. Así pues, Obama reitera el cambio en la relación bilateral: no intervención. Tercero: quizá lo más subversivo del discurso de Obama fue identificar aquellos objetivos que han sido prioritarios para el gobierno cubano, igualdad racial, igualdad ante la ley, oportunidades económicas y de otro tipo para el individuo, la protesta y la satisfacción derechos humanos mínimos, y afirmar que pueden lograrse por la vía democrática. Al reconocer sus diferencias con las autoridades cubanas, sin embargo, Obama propone el debate, no el enfrentamiento ni la imposición. Un debate bilateral. Finalmente, el presidente estadounidense subraya, y con buenas razones, la cooperación bilateral en distintos ámbitos de las relaciones internacionales. Cuba y Estados Unidos han cooperado en terceros países y en relación con terceros países, y pueden seguir haciéndolo.
Así pues, ¿por qué no entender la visita de Obama a Cuba como la consolidación de la relación bilateral?, ¿cómo un paso más en el cambio de la política exterior de cada país? Es más viable pensar que la decisión de Obama de viajar a Cuba tuvo como fin consolidar una de sus iniciativas de política exterior más importantes a meses de dejar su cargo, que pensar que él, o las autoridades cubanas, realmente creyeran que esa visita provocaría un cambio en Cuba. Es indiscutible que en muchas ocasiones el entorno internacional influye de manera incluso decisiva en el cambio interno de los países. Quizá sea éste el caso en Cuba en el mediano y el largo plazo pero, hoy por hoy, pareciera que lo esencial para Estados Unidos y Cuba es afianzar una nueva relación bilateral sobre una base distinta: manejar las diferencias con base en el reconocimiento del otro como un interlocutor legítimo. En breve, es probable que la visita se explique, primero que nada, como un movimiento de política exterior; en términos de la relación bilateral. Cuba se afianza así como jugador y no como objeto de la política exterior estadounidense.