El anuncio de la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el restablecimiento de relaciones diplomáticas, las banderas de cada país en su embajada en las dos capitales y la visita de Barack Obama a La Habana han sido sucesos históricos pero quizá el más sorprendente fue el último, ¿por qué? Porque una vez restablecidas las relaciones diplomáticas no había necesidad de que el presidente de Estados Unidos visitara la isla. Se trató de un acto voluntario, no necesario, mucho menos indispensable, que ha provocado diversas reacciones de académicos, analistas, políticos y los medios de comunicación. ¿Por qué y para qué fue Obama a Cuba?, ¿cuál fue la negociación entre los dos gobiernos para que esto sucediera?, ¿por qué lo aceptó Cuba?, ¿puso a Cuba, una vez más, en una posición de debilidad?, ¿fue, al contrario, el reconocimiento de que Cuba se sitúa en una posición de igualdad frente a Estados Unidos?, ¿traicionó Obama a los ideales estadounidenses, a la política exterior liberal de su país?, ¿legitimó Obama al gobierno de Raúl Castro? Éstas y muchas otras preguntas, con sus muy diferentes respuestas han circulado en medios académicos y de opinión en la última semana.